sábado, 17 de agosto de 2013
El camino de una gota de hiel
Aquí me hallo erigido como un antiguo emperador, igual de solo y desbordado por la fragancia de este mar, que me invita a lanzar los despojos de mi a sus fauces, sedientas del alma romántica que arroja a sus entrañas sueños de amor y de ruina. Contemplo el surco de las nubes como si fuera la última visión que de ellas fuera a tener, como el condenado que recorre el sendero hasta el patíbulo sintiendo más intensamente la fragancia de la vida que ahora de él se aleja con paso presto. Nubes familiares que dibujan en el cielo los recuerdos de mi niñez cuando soñaba alcanzarlas, ser parte de ellas, y ahora aquí estoy de pie tan frágil como ellas, pero más pesado y solo. Una soledad que me baña con la hiel de la historia, que cubre mi desnuda frente de cristalinas fragancias del ayer, de aquel amor que se fue, dejando tan solo el vacío, esta existencia que ya no posee un ser que la defina tan solo un ente maltrecho, que involuciona en el camino hacia la soberbia del conócete a ti mismo. Me consuela que en el mundo donde estoy no hay soberano, no hay mandatarios, que siembran la desconfianza en el individuo, pues este ya dejó de creer, de tener fe en él y en lo que le rodea, pues no desea más que ser una nube arrojada al acantilado del olvido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario