sábado, 13 de diciembre de 2014
Perdidos en los ríos repletos de recuerdos
¡OH Ofelia! Cuan cruento fue el destino. La sombra del ayer aún atormenta el presente y turba la armonía del joven corazón enamorado. Mi bella Ofelia hace tiempo que partiste a bordo de la fantasmal embarcación. Teñida quedó la tierra con la sangre de la venganza. Venganza, cuervo surgido de los confines del pasado, despiadado mensajero, portando en tu pico la daga, que siembra el dolor en las mejillas de los jóvenes, y arrancas la bondad para, en su lugar, emponzoñar con la ira y el rencor sus almas. Y tu, mi amada Ofelia, pagaste tan alto precio por los pecados de los hombres, contemplaste las espadas tintadas de miedo, mientras tu querido padre cubierto por la purpúrea cortina y tu hermano henchido de dolor, agonizando entre las gélidas miradas, sin albergar posibilidad de ver el mañana. Mientras yo, mi señora, tendido en el suelo abrazando en el suelo tan cruento destino, sintiendo el abrasador beso del veneno en mis venas, abandonado, rodeado de vengativos espíritus. Poco a poco siento que las fuerzas me abandonan, la vida escapa lentamente por mis heridas. Comparezco ante Dios, suplicante, rogando poder ver una vez para toda la eternidad el rostro de mi angelical Ofelia.
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